Descubriendo el bosque seco San Diego La Barra

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Al culminar los 200 metros,  la cueva continúa, pero ya no es posible seguir la marcha. Nos queda la satisfacción de haber vencido el desafío.

El camino de retorno parece ser más corto,  y al salir a la luz, la adrenalina vuelve a su nivel. Pero mi visita, aún no terminaba.

Mi siguiente destino fue el mirador, una torre de hierro de tres niveles que se eleva sobre el bosque seco. Por un breve momento, la tonalidad de las montañas y el color de Güija me hicieron imaginarme en el continente africano. Era hermoso.

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Pero desde la torre, alcancé a visualizar con total claridad  el volcán de San Salvador, el de Santa Ana y el de Izalco, que me hicieron volver a El Salvador. Luego, contemplé el magnífico Parque Montecristo, el misterioso lago y el mojón que señala el límite entre El Salvador y Guatemala.

De pronto, un grupo de pequeños cerros me causó mucha gracia. Le pregunté a mis guías por  esos pequeños promontorios y me respondieron que eran volcanes.  Síííí, ¿volcanes?

Pero no están activos, son cerros con cráteres. El más conocido es el volcán San Diego y los otros de menor tamaño han sido bautizados como Cerro Quemado, Tule, Mazatepec, Las Iguanas, Vega la Caña, los Pajalitos y los Hornitos. Son 7 enanos.

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