Un día como todos, de esos que vivimos los que alguna vez se han dedicado al periodismo, me tocó visitar el Archivo Nacional con el fin de obtener unos documentos históricos. Apenas recuerdo qué buscaba. Iba acompañada y tampoco recuerdo por quién. Baste decir que me atendió un personaje extraño, que me observaba detenidamente y que una vez terminada nuestra entrevista me pidió tarjeta de presentación y se la entregué. Al leerla vi cómo su rostro se iluminó y me dijo: “Interesante, su nombre está bien puesto. Pero debiera ser Nereida Ondina”. Luego procedió a solicitarme con mucha amabilidad la oportunidad de decirme “unas cuantas cosas”. Me asusté porque -como dije- era un señor diferente. Apenas sé cómo explicar en qué sentido. Por no pecar de irrespetuosa y ¿por qué no? por curiosidad  le dije “por supuesto”.
Me dijo que era estudioso de la quinésica ciencia que trata sobre el significado de los movimientos corporales y los gestos. Entonces comenzó a decirme increíbles cantidades de información de mi vida, de mis creencias, de mis traumas y debilidades, de mis temores y habilidades, de cómo amo y cómo odio. Por un momento me invadió el pánico, pero como buena librana que soy reaccioné con humor y total diplomacia. “Gracias”, le dije. Me sentí como esa gente que visita al lector de las cartas o de la mano.
No creí que fuera un fraude porque todo lo que dijo era verdad, pero tampoco podía creer que por mis gestos (que debo admitir son muchos) adivinara mi pasado, mi presente y -según él- lo que podría ser mi futuro.

En ese momento lamenté no tener una grabadora en mano pues esa presentación de mi persona tal y como soy me serviría en la actualidad de curriculum o para mi perfil en Facebook. Nereida es mi nombre pero no lo uso. Lo eligió mi padre y aun no sé por qué. Pero desde entonces Ondina es mi nombre por elección.�
La leyenda de Ondina
Las ninfas acuáticas de gran belleza que habitaban en lagos, fuentes o estaques se llamaban ondinas, en la mitología germánico-escandinava. Náyades según los griegos.
Ondina es además el nombre de una heroína en una leyenda alsaciana: cuando nació todas las hadas se reunieron junto a su cuna y le proporcionan muchas cualidades (al estilo Bella Durmiente) pero su abuela le regaló una persistencia excepcional. Ondina es raptada por un joven noble que consigue enamorarla hasta tal punto que rehúsa ir a ver a su madre enferma. Como castigo, su abuela la condena a amar por siempre al joven noble. Este, cansado de ella, finge creer que Ondina le ha engañado con otro. Le dice que no la creerá hasta que no le traiga un jarrón enorme lleno de agua del río Niddeck. Tras tres días de marcha llevando ese enorme peso, Ondina cae exhausta al agua mientras rellena el jarrón. Su abuela, que es un hada, va a rescatarla y para evitarle tanto sufriendo a causa de ese hombre la transforma en una ninfa protectora de las aguas del río Niddeck. Desde entonces, en los días de tormenta, se ve su reflejo en el agua de las cascadas del río.
La versión del sueño de Ondina
La Ondina era de gran belleza e inmortal. Si se enamoraba de un mortal y  tenia un hijo de él perdería su don de vida eterna.Ondina se enamoró de Sir Lawrence y se casaron. Los votos de Lawrence decían así: “Hasta el último aliento que salga de mi boca será ofrenda de mi amor y fidelidad a ti”. Al año de estar casados felizmente, Ondina dio a luz un hijo y empezó a envejecer.  Su marido perdió interés en ella  y finalmente lo descubre con otra mujer, ella le señaló con la punta del dedo y convertida en furia, le maldijo: “Tú me prometiste que hasta el último aliento que saliera de tu boca sería para mí, y yo acepté tu voto. Entonces que así sea. Todo el tiempo que permanezcas despierto tu aliento te pertenecerá, pero si alguna vez te duermes… tu aliento me pertenecerá y tú morirás”.

Sir Lawrence hizo todo lo que pudo para mantenerse despierto y así aguantó muchos días, cada vez más torpe y cansado. Al final, decidió acostarse con su amante una última vez, y a ella sí le prometió que hasta él último aliento que la vida le dejara sería para ella. Y cumplió su palabra. El sueño de la Ondina, su maldición, es la muerte de los que traicionan sus promesas de amor.



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