MI LABOR EN REVISTA MUJERES ME HA DADO LA OPORTUNIDAD DE CONOCER MUJERES EXCEPCIONALES… LA ENSEÑANZA ES VITAL E IMPERECEDERA.
“SUFRE DE CÁNCER INVASIVO EN UNA MAMA”… ES UNA NOTICIA QUE DERRUMBA A CUALQUIERA, A LA MÁS FUERTE. Así fueron diagnosticadas cuatro mujeres que conocí recién y que con palabras sencillas me contaron cómo sufrieron, aceptaron su situación y se levantaron con la ayuda de Dios y de sus familias.
Ese es, lastimosamente, un diagnóstico que se da con más frecuencia y en mujeres cada vez más jóvenes. Nadie está exento de este mal que por muchos años fue visto como el final de todo.
Estas mujeres con sus testimonios no solo me dicen “cáncer no es muerte”, sino “cáncer es una oportunidad”. Algunas lo ven así. Para ellas la enfermedad les hizo dar un giro a sus vidas: aquello que “quizá” no valoraban lo suficiente cobró vital importancia, su fe creció y su amor en Dios se transformó para ahora ser testimonio de que se puede luchar y vencer.
Se transformó en caridad, esa que brota de quienes experimentaron el dolor y se conduelen por aquellos que ahora lo viven. “Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gál. 6, 2).
“No es fácil volver al hospital donde se vivieron momentos tan duros”, me dicen, cuando explican su acompañamiento a pacientes recién diagnosticados con cáncer, que apenas empiezan el calvario del tratamiento. Pero están claras en que el agradecimiento por la vida no debe cesar.
Todas manifestaron el amor que sus familiares les brindaron, nadie las abandonó, por eso no dudan en poner su corazón, su tiempo y esfuerzos al servicio de quienes sí deben afrontar solos los momentos más difíciles y se sienten caídos. “Yo tuve ángeles, ahora puedo ser uno para alguien que lo necesite”.
Triste fue conocer cómo muchos pacientes no corren con la misma suerte… aquello de “en la salud y en la enfermedad” suena muy bonito, pero no todos cumplen. A eso hay que sumar la pobreza: muchos pacientes apenas tienen para el transporte público y reciben quimioterapias en un dudoso estado de nutrición que vuelve las secuelas más insoportables.
La prevención choca con la pobreza y la ignorancia. Estas mujeres fueron detectadas a tiempo y es así como tuvieron más oportunidades. Ahora saben más, la experiencia que guardan en sus corazones no se borra y les permite que en lugar de ser una historia de derrota es una de optimismo, de perseverancia y de caridad. Educar, servir, amar es su labor, una que todos los salvadoreños —hombres y mujeres— debiéramos adoptar como propia. Hoy por ti, mañana por mí.
Hay mucho por hacer…
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