Tres cosas que hemos ganado con el tiempo y que bien podríamos prescindir de ellas.
* El ser directora de una empresa, ama de casa o secretaria de un banco nos ha llevado a querer lucir de cierta manera. Los medios, nos incluimos, promulgamos por el cuido de la imagen, que esta dice mucho (lo cual es cierto) y de la salud (hablamos de ejercicio, alimentación balanceada, etc. y lo seguiremos haciendo). Sin embargo de todo eso que debemos hacer para lucir profesionales, competitivas, sensuales, etc. para estar en la jugada de la vida social actual, hay tres cosas que debieran pasarse por alto: el pistoleado, la depilación y el hecho de ser flacas por siempre y para siempre.
1. Soy rizada… y el 90% de las personas (llámese salones, gente que recién conozco, amigos, etc.) me ha recomendado el alisado. Alguna que otra vez he probado con algo como el pistoleado y acepto que me gusta, pero luchar contra la naturaleza es duro. Qué maravilloso fuera que un día todas las que esconden sus rizos salieran a la calle tal y como Dios las trajo al mundo (rizadas quiero decir). Creo que seríamos muchas, a algunas ni las reconocería en su versión original.
Tampoco digo que quienes se alisan se vean mal, pero ¿no creen que sería un ahorro de horas, de dinero, de energía? Sí, todo es maravilloso pero estoy clara… Nadie aquí quiere ser “colocha” o al menos el 90% de las que lo son no lo aceptan y luchan contra ello. Bueno, es un deseo…
Sin duda, las mujeres -y también los hombres- nos hemos venido esclavizando de la belleza artificial desde hace mucho. Sino recordemos a María Antonieta con su colección de pelucas y aquellos vestidos que hacían relucir unos senos (aunque no los hubiera) y que marcaban con sufrimiento las cinturas para hacer notar voluptosas caderas… Menos mal que eso ya pasó… Ahora se trata de pasar por el bisturí… Creo que no salimos de nada.
2. Si volviera a la época de las cavernas, seguramente nadie viera mal que tengo vellos por todas partes. Quizá incluso sería sinónimo de belleza extrema. Ahora, los servicios de depilación llegan a cavidades insospechadas que tal pareciera que visito al ginecólogo. Se acercan las vacaciones de Semana Santa y lo más prioritario es la cita al salón para una sesión de sadomasoquismo.
“No duele”, dicen. Yo diría “a todo se acostumbra uno”, por que sí duele ¡y más cuando se llega al extremo de depilar todo el cuerpo! Reconozco que me molestan los vellos, y para colmo muchos hombres -a quienes no parece importarles (en ellos mismos claro) carecen de ellos. Los caballeros “pueden” tener vellos… y muchos.
Pero ellos no aceptan salir con una chica “peluda”, es algo así como el suicidio. Hasta niños pequeños notan ese detalle en niñas de su edad, que aún no pasan por el trauma de la depilación. ¿Cuando mutaremos las mujeres? Para nacer sin un pelo, además del de la cabeza. Por que eso sí, ¡entre más melena mejor!
3. Ser delgadas en este tiempo, con ese surgimiento de chefs maravillosos y una gama de restaurantes de comida de todo el mundo es, por no decir más, imposible. Cómo lo logran esas chicas de 30 que tienen el cuerpo de una de 15. Es una vida que representa un misterio para mi porque comer es uno de los mayores placeres de la vida.
Mi resolución: come de aquello que es “verdaderamente delicioso” y ten una lista de prohibidos que está fácil: cero azúcar refinada, cero panes y tortilla, cero dulces y sodas, y la menor cantidad al año de comida rápida. El resto, lo más delicioso, para adentro.
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